¡Estoy feliz! No sólo porque he ganado el primer premio (250€) del certamen en la categoría de castellano, sino porque ¡Emilio lo ha ganado en la categoría de valenciano! Ha sido un combo total, una gran alegría compartida y una gran motivación para seguir escribiendo. :D
Esta es la cuarta vez que participo en un concurso de relatos. La primera no conseguí nada; la segunda, quedé finalista (entre los 25 primeros, que tampoco tiene mucho mérito, pero bueno); la tercera, nada tampoco; y la cuarta, ¡primer premio! ¡Qué ilu! :D
El relato con el que participé (que a mí no me parece la bomba, pero si nadie presentó nada mejor, pues mira qué bien :D) es este:
DESDE OTROS OJOS
El día de Nochevieja, Juan trabajó hasta tarde. Como de costumbre, su apartamento le recibió con un abrazo de fría soledad. La calefacción se activó automáticamente y en pocos segundos la temperatura subió hasta unos confortables veinte grados. Juan se quitó la chaqueta, la dejó de cualquier manera sobre el sofá y se dirigió al dormitorio. Con un suspiro de cansancio, se dejó caer en la cama y se implantó el microchip de la red social en la oreja. Se colocó las lentillas en los ojos con la rapidez y maestría que da la experiencia y activó el microchip.
Las lentillas verificaron su identidad y le dieron acceso a la red. Aceptó la retransmisión que su amigo Gil le estaba enviando y, de pronto, el apartamento desapareció y las lentillas, conectando con las de Gil, le mostraron la fiesta de Fin de Año a través de los ojos de este. Otros amigos le saludaron también con alborozo cuando le vieron conectado y le ofrecieron sus propias retransmisiones. Era como estar allí con ellos, casi podía aspirar el aroma del champán en el aire. Se sintió arropado por su amistad y muy agradecido de que su compañía virtual ahuyentase la soledad del cuarto. Fue alternando entre los canales abiertos, saludando a sus amigos individualmente y bromeando con ellos, lo típico, esas pequeñas bromas que sólo puedes hacer cuando conoces bien a alguien. Al hablar, su voz sonaba hueca en el amplio cuarto. Cerca de Gil, una bonita chica bailaba con sensualidad, envuelto su cuerpo en un ajustado vestido rojo. Juan permaneció en ese canal. Observó que la chica también llevaba microchip y decidió buscarla en la red.
Sonaron las campanadas de Año Nuevo. Vio que la chica brindaba con sus amigas. Tras la última campanada, Juan le pidió acceso. Ella aceptó su solicitud casi al momento.
–Feliz Año Nuevo –le dijo él.
A través de los ojos de Juan, ella le vio reflejado en el espejo que cubría el techo del dormitorio.
–Interesante fiesta la tuya –bromeó.
Él sonrió. Ella correspondió a su sonrisa.